lunes, 22 de abril de 2013


Con el inicio de una nueva temporada del taller de escritura literaria, compartimos una nueva historia de Ghorma. Podrán leerla a continuación y además acceder al audio con su lectura.


Una historia de amor
17 de mayo de 2012
Por Ghorma

Audio: 

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Esa casa entre antigua y vieja, con rasgos de modernidad que delatan las sucesivas reformas y el intenso tránsito, abre paso en su interior a un entrepiso con olor a jóvenes, que impregna la castigada escalera, sin demasiados adornos pero cargada de alborotados sonidos.
Un laberinto de puertas, ventanas, ventanitas y ventanales dan como resultado una tan incierta como imprudente sucesión de espacios entre cálidos y dinámicos, aunque incoherentes en su ordenamiento.
Esa casa, cuya vida pasa y se centra en su pasillo principal, soporta la fluidez de esta breve pero intensa historia, que comienza con los primeros rayos de sol que se cuelan por las diferentes aberturas que ofrece la edificación, a la vez que va despertando la acción de los protagonistas.
El primero en transitar el pasillo es Esteban que pone a calentar agua, enciende la radio y abre los ventanales, dando por iniciada la jornada.
Mansamente comienza a poblar la escena una muchacha veinteañera que a mitad de su tránsito por el pasillo ya se encuentra con su gato, a quien se dispone a alimentar entre caricias y juguetones zamarreos que la mascota corresponde de manera muy efusiva.
Se agrega a la acción, con más ruido que palabras, un joven con paso perezoso que toma posición en torno a la mesa, dispuesto a consumir la infusión matutina ya servida.
Ambos hermanos, ya en pleno desayuno con su padre, se miran mientras sonríen entre comentarios sobre las últimas novedades del día anterior, más alguna noticia que se oyó por radio mientras observan a Esteban, que en una rutinaria ceremonia saborea su manzana, a la vez que controla sus antioxidantes y le dedica una caricia distraída al felino, que recorre la cocina haciendo contacto con los tres madrugadores.
Este rito diario tiene una alta carga emocional que trasciende las palabras, ya que cada uno por su parte vive este momento con la certeza de ser dueño de la cuota parte, que lo hace protagonista de su riqueza. Se respira un aire cargado de saciedad emocional, que colma a los tres de un sentir de realización afectiva. Se inhala un clima de armonía que subyace por debajo de cualquier expresión verbal y los trasciende con un férreo lazo que los ciñe por el corazón.
Estas ceremonias se suceden diariamente con algunas particularidades: cada uno sabe, sin necesidad de verbalizarlo, que los otros le son incondicionales; pero aún hay más, saben que cada uno busca en cada momento favorecer la existencia del otro, no solo con su actitud sino con las oportunidades que le pueda brindar; en algún momento de la liturgia a diferentes instantes, dedican un breve tiempo para deleitarse íntimamente cual meditación, de ser destinatario y emisor de tamaña sintonía, tan cargada de ternura filial.
Y de pronto cambia la escena, los actores se incorporan, ordenan rápidamente el lugar y se disponen a enfrentar la cotidianeidad del día. Es en ese momento en el que la ceremonia se torna más intensa, cada cual apura su salida, acomoda en su rostro una huella de la felicidad que les pintó la primer actividad del día y se cruzan casi distraídamente en el pasillo que los contiene, compartiendo las demandas de la mascota, como la última actividad que los une en ese momento.
Cada uno llena su silencio de una alta vibración, que le aporta la energía indispensable para afrontar la intensidad de la tarea.
Y allí se queda la casa aguardando el regreso, que nuevamente le ponga magnitud emocional al pasillo central.